JoseLuis

Amanecer en la Duna 45

Amanecer en la Duna 45 Amanecer en la Duna 45
Desde la Duna 45 Desde la Duna 45
Dentro de Sesriem Canyon Dentro de Sesriem Canyon

Nos levantamos antes de que amaneciera, pues en el desierto lo que es más que tópico es ir a ver amanecer desde lo alto de una duna.

Por tradición, la duna visitada es la Dune 45, y su curioso nombre viene por que esta a 45 km del camping de Sesriem. Pues eso, a las cinco y media arriba y a por la duna. Cuando llegas te das cuenta que hay más gente que ha hecho lo mismo que tú, pero más temprano.

Subimos a la duna. Unos llegan más alto y otros nos quedamos a la mitad, dependiendo de las ganas y del tiempo que te quede hasta que salga el Sol. Y la experiencia es grande, enorme. Cuando la claridad lo envuelve todo, entonces aparece el Sol. Es un espectáculo breve, pero intenso. Todo cambia de color, pero te das cuenta cuando ya está arriba, pues en el momento que sale por una de las dunas sólo hay ojos para él, y el resto permanece en sombra. Merece la pena el esfuerzo de subir a una duna para ver el acontecimiento, pues no es tarea descansada.

Después del amanecer y de unas cuantas fotos, toca coger de nuevo el vehículo y dirigirnos hacia Sossusvlei. Así que andando (es un decir...). Allí hay un parking para vehículos normales, y 5 km. más allá para los 4x4. Nosotros teníamos uno, o sea que había que aprovechar. Pero una cosa es disponer de máquina y otra saber cómo funciona, y otra más es que esté en perfecto estado.

Así que partiendo de la primera premisa: tenemos máquina, nos metemos en la pista de arena que nos lleva, y al cabo de 200 metros, el coche que no avanza. Malo! Nos salimos fuera y una de las ruedas patina. Más malo! Así que hay que salir, coger una pala y quitar la arena. Menos mal que la marcha atrás tiene más potencia y nos pudo sacar, no sin esfuerzo. Así que volvimos para atrás, pues otra pareja, con el mismo material, sufrió idéntica suerte unos metros más allá. Lo primero que pensamos fue que necesitábamos un carnet de 4x4. No era del todo falso...

Pues nada, algo que nos perdimos. Así que volvimos al camping, parándonos a hacer fotos a los orix o gembok que se nos cruzaban por el camino, para ver si tenían un hueco para nosotros, pues nos habían "amenazado" la tarde anterior que venía un grupo de sudafricanos y que no tendríamos sitio. Malo? Efectivamente, así que decidimos visitar el siguiente enclave que es el Sesriem Canyon, a unos 4 km. de allá.

Es un barranco (o cañón, como se prefiera) excavado por un río en tiempos pretéritos, en una zona en la que el terreno está formado por una masa de tierra con piedras de río incrustadas. Los "barranquistas" les llaman barrancos de "conglomerado" o "aglomerado" (al menos eso recuerdo).

El sitio tiene su encanto, y se puede bajar a él por un caminito habilitado a tal efecto. Merece la pena, pues permite admirarlo y tampoco hay que hacer un gran esfuerzo.

Y ahora, como no teníamos sitio donde dormir en el camping, y el lodge que hay cercano tiene unos precios de magnate del petróleo, pues carretera y manta: nos vamos a Walvis Bay. Pero antes, hay que recargar gasolina, y para eso se necesita electricidad, y allí la sacan de un generador y hasta las doce del mediodía no lo arrancaban. Qué es lo que toca? Esperar. Tampoco se podía llamar por teléfono, pues el que había iba vía satélite, y los circuitos de la antena y del teléfono necesitaban voltios, así que a buscarse una buena sombra que el Sol por aquellas horas no hacía bromas.

La vida tiene otro ritmo, y si los que están trabajando lo ven bien, ¿cómo no lo vamos a ver bien los que estamos de vacaciones?

Así que al cabo de un buen rato, de nuevo en carretera rumbo a la costa. Unos buenos 300 kilómetros nos quedaban, "piano, piano".

Por el camino vimos avestruces, aunque muy de lejos, y es que a pesar de que la mayoría de animales están en las reservas, hay algunos que campan por sus respetos, y en este caso tuvimos suerte y los vimos, con prismáticos eso sí.

Y sin más llegamos a la costa a Walvis Bay, el último reducto de la ocupación sudafricana. Y fue el último, pues a pesar de que Namibia es un estado independiente desde 1989 , Sudáfrica no soltó las riendas de la ciudad hasta 1994, dado que el lugar dispone de un gran puerto comercial y pesquero. Ahora ya pertenece a Namibia.

Y al llegar a la costa cambia el paisaje, y también el cielo, pues aparece todo cubierto de nubes como si fuera a llover. La verdad es que no apetece mucho salir de parranda. Así que como estamos cansados y no hemos dormido muy bien, nos buscamos un hotelito apañado y nos damos una más que merecidas ducha y siesta.

Cuando nos despertamos de la siesta, ya es tarde, aunque no tanto, pero la gente ha desaparecido de las calles: no hay un alma. Qué raro! Suponemos que estamos en la zona menos concurrida o que la gente piensa que va a llover. Lo dejamos ahí...

Así que cenita y mañana a Sandwich Harbour... a ver pájaros.