Día 1
Sábado, 27 de Junio de 1998
BCN - Olesa de Montserrat

La partida

El primer día de marcha salimos de mi casa. Nos acompañaron los primeros kilómetros nuestros amigos: Angel Luis, Carles, Julio y Raúl. Qué mejor comienzo que ir con tus amigos...aunque sólo fuera hasta Sant Cugat. A partir de ese punto íbamos a continuar solos. Atrás quedaban meses de preparación tanto física, dando caña al cuerpo en el gimnasio y por los caminos de Collserola pateando de lo lindo, como mental, charlas y más charlas sobre el esfuerzo que suponía hacer un viaje tan largo dos personas juntas, la adaptación de uno al otro para que el proyecto no se fuera al garete a la primera de cambio. No fue muy difícil entre Anita y yo llegar a ese punto de unión y compenetración antes del Camino, y después de la experiencia ya nos consideramos "hermanitos".
La etapa pretendía llegar hasta Olesa de Monserrat. Sabíamos que podíamos llegar hasta allí, pues durante nuestra preparación habíamos ido un sábado hasta Olesa, y habíamos llegado bien, quizá un poco cansados. Pero esta no era una prueba era la buena, la de verdad, y además íbamos cargados, no en vano llevábamos lo mínimo imprescindible para estar cinco semanas por esos mundos de Dios.
La primera despedida fue en Sant Cugat. Hasta allí querían llegar nuestros amigos, y hasta Les Fonts de Terrassa nos acompañó Raúl, al que reencontraríamos un par de días más tarde.
La jornada es dura por sí misma, y más aún cuando es en pleno verano y con un calor enorme. Esto último y muy poca previsión por mi parte pudo dar al traste con nuestra sana intención de continuar, pues en la Riera de Gaià nos quedamos sin agua, y a mi me dio un bajón de esos que hacen época. Suerte de una fuente que apareció por arte de magia. ¿Coincidencia? No existen las coincidencias...
La Riera de Gaià La marcha continuó hasta Olesa sin más dificultades, pero fue allá donde se presentaron: necesitábamos descansar, el primer día es importante descansar bien, y no encontramos sitio en todo Olesa. Al parecer no hay ningún hotel, ni fonda, sólo casas particulares que dan alojamiento, pero estaban todas llenas.
Cansados de caminar todo el día dimos la vuelta a todo el pueblo y no encontramos nada. Entonces recurrimos a las autoridades locales: la Guardia Civil, quien parece ser que tiene como norma dar cobijo al peregrino. La benemérita por mano de Mario, un aspirante a peregrino del 99, nos acogió después de repasar por segunda vez todos los lugares en donde podían habernos acogido. ¿Coincidencia? No existen las coincidencias... Mario estaba allí para ayudarnos a continuar nuestro Camino. Mario es de esas personas maravillosas que te encuentras en la vida, y que te dan ese pequeño empujón para continuar tu día a día.
Gracias Mario...