Día 6.Ouanoukrim I y II y Timesguida Viaje a Marruecos. Agosto 1997

Disfrutando del Atlas

Hoy no teníamos prisa. La duda más grande pronto se disipó: Sara no venía con nosotros. Su diarrea pudo más que sus ganas de coronar otros cuatromiles, y se quedó con Carles, que no podía con su uñero. La pareja se quedaba guardando el fortín, mientras que la caballería iba a dejar el buen nombre de los cuatro en lo más alto.

El desayuno energético dejo paso a una serie de consejos, advertencias y recordatorios por parte de Carles, que sacó su vena paternal al ver que sus compañeros de viaje partían hacia zonas desconocidas e inseguras. Pero no estábamos llamados al fracaso, al menos no ese día. Así que aprovechando que todavía daba la sombra en el valle y que no hacía mucho calor, antes al contrario, empezamos a remontar el collado que nos aparecía al Sur. Comenzamos a andar a buen ritmo, y al cabo de un rato bastante largo, nos paramos a hacer el primer trago de Tang con su correspondiente e indispensable cigarrito. Era una excursión de fumadores.

David al lado de los gendarmes que hay en la crestaY fumando, fumando vimos pasar a un guía con su correspondiente séquito, eran franceses o como mínimo francófonos. Y les dejamos pasar, pues nos convenía, siempre está bien el hecho de llevar delante un grupo que conozca la zona, aunque llegues segundo, llegas que es lo importante, y para nosotros no era una carrera. Y así fue, el guía iba trazando el camino y nosotros a una distancia respetable imitábamos sus movimientos, hasta que llegamos al collado. Allí a descansar y ha hacer fotos por un tubo, y a esperar que uno de los dos grupos que había allí tirasen a la zona de los Ouanoukrim, pues el camino empezaba a no estar claro, y el hecho de estar en una cresta requiere un poco de información de la que carecíamos. Y saltó el primer grupo dispuesto a coronar los Ouanoukrim en muy poco tiempo, y de hecho no les pudimos seguir, pero intuimos por dónde habían ido. Así que manos a la obra, y digo manos, porque fue en el momento en que para seguir el camino hay que poner las manos en la roca. No era nada complicado, más bien divertido, pero el patio que había a ambos lados de la cresta era un colchón poco mullidito, por lo que fuimos rapidito, pero asegurando cada paso que dábamos. Total, que después de ver unos gendarmes, agujas que están situadas en la cresta, tremendos, y de terminar el tramo más durillo técnicamente, sólo nos quedaba remontar el repechón final. Ya era sencillo, y así fue. En nada y menos estábamos arriba, disfrutando de un paisaje más limpio de nubes que el día anterior y dedicándonos a comtemplar lo que habíamos subido el día anterior.

Vista del Toubkhal subiendo a los OuanoukrimRealmente habíamos hecho una montaña mucho más impresionante de lo que pudiera habernos parecido el día anterior. Yo personalmente pienso que no es nada complicado, y que cualquiera que esté mínimamente en forma puede subir al Toubkal en un buen día de verano. Y puede que con esto le quite mérito al hecho de subir la montaña más alta del Norte de África, de hecho seguro que lo estoy haciendo, pero al disfrutar de la vista desde otro lado vimos que habíamos hecho una gran montaña. Impresiona. Es muy guapa, imponente diría. Desde la cima del Ouanoukrim se podía divisar el refugio desde donde habíamos partido ayer, la cima del Toubkal y el Lac d'Ifni, otro de los atractivos de la zona, donde la gente normalmente hace noche y disfruta del paisaje. La verdad es que la caminata que hay hasta allí no sé muy bien si merece la pena, pero la gente se tira unas buenas cuatro o cinco horas hasta llegar a sus orillas.

El Ouanoukrim tiene dos picos, uno más bajito de 4040m y otro un poco más alto de 4045m. David y yo nos intercambiamos las cámaras y nos hicimos los dos para hacernos unas fotos desde cada uno de los picos. Divertido. Y allí cogimos la grabadora para decir que habíamos llegado a la cima, y David dedicó ese pico en especial a Raúl, un monitor de Martiko que dos años antes había muerto en los Alpes en un accidente de montaña. Fue emotivo el hecho de recordar a un compañero que había dejado su vida haciendo lo que más le gustaba que era escalar y estar en la montaña. Y este detalle me hace pensar, y tener en cuenta que cuando salimos a la montaña, sabemos cuándo y cómo salimos, pero nunca sabemos cuándo ni cómo volvemos. La montaña tiene sus riesgos y los asumimos, y sabemos que cualquier pequeño error nos puede dejar allí. Lo más importante es no forzar el riesgo, minimizarlo a ser posible, pero siempre teniendo en cuenta que está allí, pensar que nuestra vida es finita y que en un momento dado la perderemos. La montaña es para disfrutarla, pero que conste que como todo lo maravilloso puede ser terrible y cobrarse un alto precio. No se nos ha de olvidar nunca el peligro, que de alguna manera lo disfrutamos y de alguna manera lo podemos sufrir. Ahí queda el detalle de David y ahí queda el comentario.

Desde el Timesguida se ven las cuatro cimas.Y una vez conquistado el Ouanoukrim con sus picos gemelos, nos fuimos a por el otro: el Timesguida. A unos 200m en línea recta se erigía un poco más alto que la cima donde estábamos, 4089m. Para alcanzar la cima teníamos que descender rápidamente a un collado, para luego remontar otro tremendo repechón, que se hizo un poco más largo de lo esperado. Llegamos a la cima y después de las muestras de alegría, menos por el hecho de que nos faltaban nuestros dos compañeros, comimos algo y disfrutamos de la sensación de la altura y de un buen purito. Nos lo habíamos ganado. Y estuvimos un buen rato allí, arreglando el mundo, y hablando de la vida, el amor y la muerte, como siempre.

Llegó la hora de bajar, nuestros amigos estaban abajo esperándonos y tampoco era plan de hacerlos esperar una eternidad, por lo que empezamos una rápida bajada. Intentamos de hecho bajar por un camino distinto al que habíamos traido para subir. Pero lo desestimamos pues no vimos claro el final. Queríamos bajar por una canal sin nieve, pero era un poco complicado, por lo que optamos por desandar el camino. No es grato, pero a veces hay que hacerlo. Un compañero vasco que estaba en el refugio nos comentó que sí que podíamos haber bajado por una de esas canales y que no revestía mucha complicación. Pero no te puedes fiar, ellos son más valientes que nosotros.

La bajada fue más complicada de lo que nos pensamosLa bajada no tenía nada de fácil, pues había que destrepar en algunas zonas, con un patio respetable hacia abajo. Pero había que hacerlo y nos pusimos en situación y en breves minutos estábamos en el collado sanos y salvos. Cigarrito y pusimos marcha hacia abajo. Y en el camino, cuando estábamos bajando a buena velocidad, nos encontramos a un moro que subía y nos saludó. Primero nos pidió algo para comer, teníamos un trozo de pan y se lo dimos, y el fuet que teníamos se lo ofrecimos, sabiendo que no lo iba a aceptar. Y de segundo nos pidió unos calcetines, pues subía con unas chanclas, que le estaban sollando los pies, pero yo sólo llevaba unos calcetines, y no iba a desvestir a un santo para vestir a otro, así que se fue con Dios o con Alá, vete a saber. La bajada no tuvo mayores sorpresas y sobresaltos, sólo que se hizo interminable. Cuando llegamos al refugio habían pasado siete horas desde el momento en que partimos. Un buen día y una buena cosecha. Carles nos estaba esperando, mientras Sara dormía. Intentamos no mostrarnos excesivamente entusiasmados por el hecho de haber coronado tres cuatromiles, pero no lo podíamos remediar, estábamos exultantes, ebrios de euforia, y estalló, de forma controlada y poco a poco, pero estalló. Supongo que Carles se alegraría por nosotros, pero no se sentiría excesivamente bien por el hecho de que le faltaban tres muescas que, de no ser por el maldito uñero, ya podría lucir.

Al cabo de un rato salió Sara, y pronto empezaron a llegar las escoltas que habían subido al Toubkal. Llegaban un poco tarde, y algunas visiblemente cansadas, y aún les quedaba la vuelta a Imlil a pata. Tremendo. Ahora tocaba comer, esta vez fue dentro del refugio, aunque la comida no se distinguió de la del día anterior, que tuvo sus consecuencias gaseosas más tarde. Y ahora era cuestión de dejar pasar el tiempo hasta el día siguiente en que nos queríamos bajar a Imlil.