Alfarràs
se encuentra en la frontera entre Catalunya
y Aragón. O sea, que hoy
entrábamos en la Comunidad Aragonesa,
y más concretamente en la provincia de Huesca,
que es la provincia en que más días estuvimos.
Pero poco a poco. La etapa era de las suaves,
apenas 36 kilómetros, pero eso lo podíamos
decir porque llevábamos ya seis días, y el
cuerpo se va acostumbrando. A lo que también nos
íbamos acostumbrando era a seguir hacia el
Oeste, hacia Poniente, y nuestro cuerpo iba
"a piñón", sin pensar, es más,
apenas entramos en Aragón, el
camino se pierde entre frutales, y dejas de ver
la flecha amarilla, que nos va acompañando en
nuestro viaje desde la salida de Montserrat
y
que no dejaríamos hasta el Obradoiro.
Pero no hay problema, intuición, seguir el Sol,
los mapas, que tan amablemente nos proporcionaron
la Asociación de Amigos del Camino de
Santiago de Barcelona... y un poco de
suerte, nos llevaron hasta Tamarite de
Litera. Y allí a almorzar, normalmente
fruta (un melón), un poco de agua y hacia el
secarral, como nos lo definió un policia local
de Tamarite. No era para tanto.
Es más el Camino sigue agua arriba por un canal
de regadío, en el que evidentemente no te puedes
bañar, pero que refresca un tanto el ambiente. Y
es de agradecer, pues desde Tamarite
hasta Monzón, final de etapa de
hoy, no había nada de nada, pueblos me refiero.
Ningún bar ni terraza en el que refrescar el
gaznate. Paramos a comer al lado del
Camino, en una sombra de una casa, y esperamos,
como es de ley, a que llegasen las cinco de la
tarde, pues no hay paisano que camine con todo el
calor. (Al menos hasta este momento lo
pensábamos así...)
Llegando a Monzón,
y resecos por el calor, pedimos agua a un
matrimonio que tenía una casita al lado del
Camino. Se estaban bañando en una especie de
piscina, y nos invitaron a un agua buenísima y a
unos albaricoques "sin fertilizantes, ni
abonos, ¡todo natural!". Desde luego que
estaban pero que mucho mejor que los que
encontramos en los mercados, buenísimos. Gracias
también a ellos por alegrarnos ese momento y
hacernos más fácil la llegada a Monzón.
Y
al llegar a Monzón, nos
encontramos un peregrino que venía de vuelta, y
que además era de Barcelona. El
hombre estaba pidiendo a la entrada de un
supermercado, y había tardado casi tanto en ir
como en volver, y eso que había vuelto en
autostop. Nos indicó dónde podíamos encontrar
alojamiento, pero aún no habíamos aprendido el
truco para buscar alojamiento, así que como se
dice vulgarmente "pringamos". Fuimos a
un lugar donde había habitaciones, y
"curiosamente" estaba todo lleno. Otro
lugar y el mismo trato. Al vernos sucios y
cansados y cargados con las mochilas, no se
fiaban de nosotros. Razones tendrían, pero a
nosotros nos dejaban en la calle. Solución: nos
fuimos a una agencia de turismo que había cerca,
y allí nos informaron que había un lugar en
donde alquilaban habitaciones. "De
cabeza", eso sí, esta vez dejamos las
mochilas fuera. Así que conseguimos cama y
ducha. Y¿donde nos fuimos a cenar? Desde luego
que al restaurante donde no nos admitieron NO.
Nos fuimos a un chino, y allí se come mucho y
barato. Y a dormir, que al día siguiente
teníamos otra paliza.
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