Día 8 Sábado, 4 de Julio de 1998 Pertusa-Huesca

Accidente en Ola

Otro día de levantarse pronto. Raúl había dormido al raso, fuera de los vestuarios del polideportivo, y la verdad es que hacía fresco. Anita lo pasó peor aunque durmió dentro, pues tenía unas placas de pus en la garganta que la habían dejado para el arrastre. Y evidentemente lo acusó durante el día. La etapa era asequible, pues "sólo" eran 31 kilómetros, y salimos a buena hora y con buen ánimo. Cruzamos el río y al cabo de una hora y algo llegamos a Antillón, que nos recordó a Cuba, merengue y "roncito", al menos el nombre. A partir de allí y hasta el siguiente pueblo no había nada. Llanuras enormes, con el cereal ya recogido, y un calor enorme sobre nuestras cabezas. Llegamos a Pueyo de Fañanas, donde paramos un ratito a comer algo, y a descansar nuestros cuerpos al abrigo de una sombra.

La iglesia de Ola...El siguiente punto intermedio era Ola, un pueblín chiquitín, a pocos kilómetros de Huesca, en el que quedan pocos habitantes, ya que la capital absorbe mucha población y ofrece "más", servicios, etc... Allí fui a hacer una foto a la iglesia, mientras estábamos hablando con un señor mayor que nos estaba contando que él también hizo el Camino durante la guerra. Y la maldita foto me costó cara, pues para que me cupiera toda la iglesia me eché para atrás, tropecé con unas escaleras y al caer, caí con todo el peso sobre una mano, y me la lesioné: una fisura en el dedo gordo de la mano izquierda. Dolía, pero teníamos que seguir caminando, ya quedaba poco.

Huesca al fondoSubimos a una especie de altiplano desde donde se puede apreciar la ciudad de Huesca. Anita estaba muy cansada y no sólo físicamente. Es importante estar convencido de que puedes llegar, de que puedes hacerlo, de lo contrario eres incapaz de sacar fuerzas de flaqueza en esos momentos. Estoy convencido de que somos pura energía, y a veces somos nosotros mismos quienes hacemos de grifo de nuestra propia energía. Tenemos que acostumbrarnos a dejarla escapar y buscarla de nuevo en nosotros mismos. Aquel fue un momento especial. Anita se levantó y continuamos adelante, a pesar del calor increible que hacía.

Y nos volvimos a perder, pues en los caminos que cruzan los huertos que hay antes de llegar a Huesca se pierden las flechas amarillas, y hay que salir a buscar la carretera de nuevo, con el ruido consiguiente y el humo. Llegamos a Huesca y llamamos al hermano de Raúl, Rafa, que vive allí, y fuimos a dormir a su casa. Vino a recoger a Anita y Raúl, pero yo quise llegar andando, había salido de mi casa andando y no quería coger un coche para hacer un tramo del Camino, así que me dio las señas y pregunta que preguntarás llegué sin más, y dando una vueltecita por la ciudad.

Por la tarde tocó hospital, hasta las tantas, pues las urgencias en los hospitales públicos no son rápidas, pero si seguras. Te atienden cuando pueden. A mi me atendieron bien, pero al dia siguiente no pudimos continuar, así que aprovechamos para hacer un descanso. Lo teníamos merecido, y de verdad!

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