JoseLuis

BCN - Windhoek

En la gasolinera de Solitaire En la gasolinera de Solitaire

Vuelo SW282 Air Namibia Frankfurt-München-Windhoek

Llegamos por la mañana del día 06/02/2001. Nos recogen en el aeropuerto y nos llevan a por el coche a la ciudad. Nos dan el coche: Toyota Hilux 2700i SRX con tracción a las 4 ruedas. Conducen por la izquierda. Los primeros metros son para acostumbrarse.

Con sólo 10.000 pts en dólares Namibios (N$), que nos cambian en el aeropuerto nos vamos camino de Rehoboth por una carretera asfaltada, unos ochenta kilómetros. Allí podemos sacar dinero en un cajero, y comprar algo de comida que no es cara. Es más, el pan es muy barato. Aunque el pueblo aparece como importante en el mapa, son apenas cuatro casas y la gasolinera. No hay casas altas.

Seguimos camino por una pista de tierra. Las carreteras asfaltadas ("tarred roads") no abundan en Namibia. De hecho hay bien pocas, y no se parecen nada a las europeas. Es más, están mejor las pistas de tierra que las carreteras, ya que son muchísimo más anchas.

Nuestro siguiente destino era Solitaire, un pueblo (por llamarlo de alguna manera...) en medio de la nada más absoluta. Y creíamos que había allí una gasolinera, de hecho en algún mapa venía reflejada, pero debía ser antiguo, pues el hombre que había allí nos dijo que hacía más de un año que estaba cerrada. No fuimos los únicos que llegamos allí esperando encontrar gasolina. Al cabo de un rato llegaron unos chicos franceses en un turismo y se fueron de camino a Sesriem sin haber repostado. 86 kilómetros de páramo nos quedaban.

Allí probamos por primera vez un "plato" que se llevaba mucho: bocadillo de tomate y queso. Al parecer algo típico, pues repetimos la experiencia en varios sitios.

Por la tarde, fuera con el Sol en lo alto y dentro con el aire acondicionado a toda pastilla, de camino a Sesriem, donde no teníamos reserva en el camping, por lo que teníamos que llegar a tiempo o tendríamos que dormir en el coche. Al lado de la carretera vimos por primera vez animales, en este caso era una familia de monos, que estaban cerca de la carretera buscando qué comer.

Afortunadamente quedaban plazas de camping. Y aunque son un poco caras, pues nos salió la broma por unos 140 N$ (unas 3500 pts), allí las plazas no son como en los campings españoles, que son más bien raquíticas y siempre clavas la piqueta en la plaza del vecino. En el camping que había allí había una hermosa parcela redonda de unos 10 metros de diámetro con un enorme arbol que daba sombra y donde cabía perfectamente la tienda, el coche y la barbacoa para el plato típico de Namibia: el braai. Fuimos los únicos que no asamos carne. El resto, personal autóctono o de Sudáfrica, todos cenaron braai.